viernes, 10 de junio de 2011

Hola chicos, os dejo los apuntes del Romanticismo

EL ROMANTICISMO.





EUGÈNE DELACROIX:

“LA LIBERTAD GUIANDO AL PUEBLO”.







“Libertad en el arte, libertad en la sociedad; ahí está el doble objetivo”.

Víctor Hugo en el prólogo de Hernani.



1. LA PINTURA EN EL SIGLO XIX



Durante la primera mitad del siglo XIX se producen dos movimientos opuestos en pintura:

- La pintura neoclásica: se basa en la razón.

- La pintura romántica: se basa en los sentimientos.

Este antagonismo es más aparente que real, pues en los artistas clásicos hay muchos elementos románticos, y entre los artistas románticos existe una gran admiración por pintores tan equilibrados como Poussin.

Un segundo período correspondería al realismo, que se extiende entre 1848 (la revolución de este año se toma como una fecha simbólica de ruptura con lo anterior) y 1871. Se trata de un movimiento que pretende atenerse a los “datos visuales” sin idealizar los modelos ni poner pasión subjetiva en la ejecución.

A partir de 1870 vamos a asistir a un cambio radical en el arte, que deja de seguir un camino lineal, como había sucedido hasta ahora. En estos años se dan dos factores de vital importancia para la vida artística: la popularización de la fotografía y la extensión de la luz artificial. La “realidad” deja de ser algo tangible, y pasa a ser algo perceptible para la mirada desde condiciones físicas muy variables. De aquí va a nacer el Impresionismo, que dará paso a nuevos ideales y a la aparición de nuevos lenguajes artísticos.





2. EL ROMANTICISMO



El Romanticismo fue una revolución social, política, artística e ideológica que se da en la primera mitad del siglo XIX en Europa. El Romanticismo supone una ruptura con lo anterior, con la jerarquía de valores sociales y culturales que se venían dando, en nombre de la libertad auténtica. Se proyecta en todas las artes y constituye la esencia de la modernidad. Surge como consecuencia de una nueva sensibilidad y de una nueva forma de ver la sociedad donde se aspira a nuevas formas de expresión y donde ya se han liberado las estructuras sociales en las que ese nuevo hombre que surge se asienta.

Socialmente había nacido un hombre nuevo de las alteraciones políticas y de las violentas corrientes de ideas que señalaron el final del siglo XVIII. Después de la caída de Napoleón, el Romanticismo es una vía de escape para las jóvenes generaciones que aspiran a encarnar los gritos revolucionarios.



Así, el Romanticismo significó un cambio de gusto y de las teorías estéticas de la creación y presenta una clara voluntad por romper con el clasicismo, movimiento que se venía dando durante la segunda mitad del siglo XVIII y que había surgido en Francia como reacción contra los excesos decorativos del barroco y del rococó. Se trataba de un arte burgués, austero y racional, basado en la imitación de los modelos artísticos clásicos.

El movimiento romántico hunde sus raíces en el siglo XVIII, al igual que el Neoclasicismo del que se considera la antítesis; pero no existe una clara separación entre ambas corrientes que podían coexistir. Las dos se inspiran en las ideas de la Ilustración.



El Romanticismo es más una ideología y actitud de pensamiento y vida que un estilo. Al racionalismo del Neoclasicismo y a su idea de belleza armoniosa, el romántico opone su gusto por lo sublime, que provoca dolor e inspira terror, y por lo pintoresco y lo subjetivo. Es el triunfo del yo. La imaginación, que permite conectar con lo ininteligible y misterioso del cosmos, y el sentimiento ocupan el lugar de la razón. El romántico afirma su individualidad frente al mundo, su genio y su deseo de libertad. El Romanticismo nace como un arte revolucionario, que aspira a conseguir cambios sociales, culturales, políticos... El romanticismo tiene su origen en la filosofía del siglo XVIII, en autores como Rousseau o Goethe, en los que ya se ve ese culto al sentimentalismo, el amor a la naturaleza y el rechazo de la civilización.





Frente a la vuelta a la Antigüedad Clásica que representa el Clasicismo, el Romanticismo muestra un interés por la Edad Media, un retorno a la fuente esencial del arte y el pensamiento europeos. El gusto por el Próximo Oriente y por los países mediterráneos, conduce a dibujantes y pintores a las representaciones de escenas árabes, o a las vistas de edificios islámicos. España, como tema, también se pondrá de moda. El hombre romántico alimenta un espíritu de rebeldía que le lleva a las más arriesgadas empresas políticas (la “revolución” como idea permanente es una de sus obsesiones) o personales, contra el convencionalismo amoroso, la pasión y la vehemencia; contra el materialismo, una exaltación religiosa conectada con el deseo de revivir el pasado medieval; contra el orden y la seguridad, el riesgo y la aventura. Todo ello se concreta en el entusiasmo con que, tanto en pintura como en literatura, se cultivan motivos como el del paisaje nocturno, el suicidio, la locura, el sueño, etc.



"El arte clásico tenía que reproducir una forma determinada, lo real, y sus imágenes podían identificarse con la idea del artista; el arte romántico tenía que representar o más bien indicar el infinito y cosas intelectuales, y veíase obligado a inspirarse en un sistema de símbolos tradicionales y de parábolas bellas... La imaginación realiza esfuerzos increíbles para expresar con imágenes materiales lo que es puramente intelectual" (H. Heine)



Por primera vez en la historia, el romanticismo, como movimiento intelectual, cuenta con poderosos vehículos de difusión. Nuevas técnicas para producir y multiplicar imágenes a un precio reducido, surgen en estos años. La litografía permite al artista dibujar directamente sobre la piedra pulimentada con el fin de imprimir cuantas copias se deseen de ese original. La aparición de prensas metálicas el renacimiento del grabado en madera, hacen posible que las revistas periódicas, con abundantes imágenes sean verdaderamente populares. Con este movimiento estético y cultural los hombres empiezan a ver el mundo y a ver la representación, de otra manera: más libre, más espontánea y más rápida.





2.1. LA PINTURA DEL ROMANTICISMO:



La pintura es el terreno plástico más apropiado para expresar la sensibilidad romántica. El romanticismo es un arte subjetivista e íntimo, es un arte que renuncia a las cosas exteriores y concentra su atención en el interior del ser humano (Delacroix dijo que el romanticismo era «la libre manifestación de sus impresiones personales».). Por eso es el campo plástico preferido por el artista romántico. Un campo ficticio, liberado de toda sumisión a la realidad, un terreno que permite realizar toda suerte de fantasías y conjeturas cromáticas.

El individualismo propio de la época hizo que, por vez primera, los pintores no trabajasen de encargo, sino conforme los dictados de su imaginación, expresándose a través de la pintura, buscando pintar sus ideas y sentimientos personales.



Características:

1. Primacía del color, en contraposición a la predominancia de la línea y el dibujo del Neoclasicismo (sentían una gran admiración por los pintores del Barroco, especialmente por Rubens, Rembrandt y Velázquez). Se liberan las formas y los límites excesivamente definidos.

2. Fuertes contrastes lumínicos, para aportar mayor dramatismo. Conceden una gran importancia a la luz y cuidan sus gradaciones.

3. Gusto por las composiciones movidas y desequilibradas, marcadas por las líneas curvas y los movimientos dramáticos.

4. Concepto subjetivo de la belleza, fruto de los sentimientos del pintor. Este subjetivismo, generalmente pesimista y melancólico, les lleva a preferir una temática imaginativa y pasional, obsesionados por el amor, el dolor, la muerte y su prefiguración -la noche- .

5. La textura empieza a ser valorada en sí misma y aparecen superficies rugosas junto con líneas muy sutiles. La pincelada es libre, viva y llena de expresividad.

Se usan diferentes técnicas: además del óleo sobre lienzo, se usan técnicas más rápidas y de menor tamaño, como la acuarela y el grabado.

La temática es variada, siendo los temas principales del romanticismo los siguientes:

1. El amor: es el tema primordial porque, según la escala de valores del Romanticismo, éste, entendido siempre como una pasión del alma, es la tensión más elevada y sublime. En su sentido más genuino, el amor romántico es un amor imposible (y por eso suele proyectarse hacia el ensueño y trasmundo); insatisfecho, insatisfacción que nace de su anhelo de totalidad; y estrechamente unido a la muerte.

2. La libertad: no como una idea, sino como forma espiritual de poseer la realidad y sentirla en su plenitud, al margen de las leyes y de las convenciones. Esta concepción de la libertad rebasa lo estrictamente político, porque, además de un proyecto, de un objetivo preciso, es también, y sobre todo, una vivencia individual, interior, que proyecta al hombre hacia lo infinito.

3. La gloria: entendida como aspiración que deriva del anhelo de inmortalidad, del deseo de elevación de la persona por el sólo mérito del talento.

En cuanto a los géneros, es el retrato el preferido por la clientela burguesa para decorar sus casas; conceden gran valor a la indumentaria, como expresión de su condición social y al estudio psicológico del retratado.

- Les atrae la pintura de historia, pero frente a los temas de la Antigüedad clásica que tanto predominan en el Clasicismo, los artistas románticos prefieren la Edad Media debido al interés por el pasado histórico; para recrearla recurren a fuentes literarias (Shakespeare, Cervantes, Hugo, Byron).

- Existe un gusto por los temas exóticos, en una búsqueda de evasión respecto a la realidad que les rodea aunque también se interesan por temas dramáticos de historia contemporánea.

- El paisaje adquiere gran desarrollo, evocador de un estado espiritual, se trata de un medio para transmitir los estados de ánimo, dominado por lo infinito de la naturaleza, ante la que el hombre aparece relegado y oprimido. Tienen preferencia por los nocturnos, los cementerios, las ruinas, el mar. En general, por paisajes en sombras, silenciosos, vacíos, donde flota la maldad o la tristeza.

- Hay una recuperación de la temática religiosa, como en el Barroco. Algunos pintores viven incluso una experiencia religiosa de comunidad, como los Nazarenos alemanes y los Prerrafaelistas.

- Otros temas son las revoluciones políticas, los desastres…



El romanticismo en la pintura se extiende desde 1770 hasta 1870, prácticamente cien años, distinguiéndose tres periodos:

1. El primer periodo se extiende entre 1770 y 1820. Esta primera etapa se conoce como prerromanticismo. Estos inicios prerrománticos se producen en Reino Unido, pero el triunfo del clasicismo mantuvo al naciente romanticismo en un segundo plano hasta que la vinculación entre la estética neoclásica con el Imperio Napoleónico provocó como reacción, sobre todo en los territorios centroeuropeos, la identificación del Romanticismo con las nociones de independencia nacional (frente al Imperio) y sentimiento individual (frente a la razón). La caída de Napoleón marcó el momento de eclosión del romanticismo.

2. Entre 1820 y 1848 se da el apogeo del romanticismo pictórico.

3. Desde 1850 hasta 1870 se extiende el último período, también llamado de tradición post-romántica.

Cada uno de estos períodos posee sus particularidades en cuanto a lugares en que se desarrolló o artistas que lo adoptaron.



• EL ROMANTICISMO EN INGLATERRA

Inglaterra fue cuna del movimiento prerromántico en el siglo XVIII, con pintores como Henri Füssli y William Blaque, pero los grandes artistas románticos del siglo XIX fueron John Constable y William Turner.

En estos momentos Inglaterra ocupa un lugar preeminente desde el punto de vista socioeconómico y es pionera en la toma del poder político por parte de la burguesía, por lo que los ideales liberales tienen aquí el espacio idóneo para su desarrollo.

John Constable fue el iniciador de un tipo de paisaje “natural”, fiel a la realidad, pero poético con influencia de Claudio de Lorena y de los paisajistas barrocos holandeses. Elige paisajes con nubes inestables, en los que, de un momento a otro, puede cambiar el aspecto general. Buscaba la luminosidad de la atmósfera, cambiante por efecto de la luz. Trabajaba al aire libre, haciendo apuntes al óleo pero terminaba sus cuadros en el estudio. Su pincelada era rápida, espontánea, casi impresionista; sus telas eran de ricos colores, yuxtaponiendo matices y con toques de blanco o amarillo para captar la luz y trabajaba las espesas masas de pintura a la espátula. Destacan sus obras El carro de heno, Molino de viento cerca de Brighton o La catedral de Salisbury.



Pero el más importante paisajista inglés fue William Turner, que no es, sin embargo, un pintor naturalista. Gustaba de los cielos crepusculares y de los efectos maravillosos de la luz, filtrándose a través de la niebla. Sus paisajes eran grandiosos con una naturaleza amenazadora. Evolucionó hacia una técnica revolucionaria, casi impresionista, de fuertes empastes en contraste con zonas de finas capas de pintura, con armonías cromáticas exquisitas, que pasan bruscamente del claro al oscuro, consiguiendo efectos ópticos de extraordinaria belleza. Sus obras más representativas son Tempestad de nieve, Lluvia, velocidad y humo, El Temerario camino a su fin y unas bellísimas marinas de Venecia, etéreas, difuminadas, con tonos puros de amarillos y naranjas que crean una atmósfera de ensueños, “visiones doradas“ según Constable.



• EL ROMANTICISMO EN FRANCIA

En Francia el romanticismo surge en el taller de David, entre cuyos discípulos se observan rasgos prerrománticos, e incluso en Ingres, al que se considera la cumbre del academicismo.

Pero el pionero del romanticismo en Francia fue Théodore Géricault, quien tras viajar a Italia donde estudió a Miguel Ángel y a los barrocos, expuso en el Salón de 1819 de París su tela La balsa de la Medusa, auténtico manifiesto del nuevo estilo, en el que se refleja un tema “político” que se utilizó como alegato antigubernamental. Entre 1820 y 1822 residió en Inglaterra donde pintó carreras de

caballos, llenos de movimiento y escorzos, entre ellas El Derby de Epsom, en la cual se demuestra, una vez más, que no era posible representar correctamente las patas de un caballo a la carrera antes de que la instantánea fotográfica “detuviera” el movimiento. Dejó retratos de enfermos mentales hechos al natural en un manicomio, llenos de penetración psicológica. Fue el típico artista romántico, por su movimiento, dramatismo, y su gusto por lo trágico y enfermizo.

Pero el más grande pintor que produjo el romanticismo fue Eugène Delacroix. Su admiración por Rubens y Veronés se concilió perfectamente con la influencia temprana de Gros y Géricault, con quien comparte el amor al ímpetu y al movimiento. Su estilo, de colorido vibrante y apasionado, se oponía al de Ingres, su gran enemigo con el que polemizó públicamente. Entre sus obras destacan Dante y Virgilio (con evidente















influencia de Miguel Ángel), La Matanza de Quíos (de audaces colores, pincelada libre y fuerte dramatismo, cuyo tema es la guerra de Independencia griega, en la que había muerto luchando su amigo, el poeta Byron). En su viaje a Inglaterra en 1825 quedó impresionado por los paisajistas ingleses, especialmente Constable.

En 1828 pintó La muerte de Sardanápalo, cuadro inspirado en versos de Byron, en que el rey asirio, cercado por los persas, manda dar muerte y quemar todas sus pertenencias (caballos, mujeres del harén, guardias) para que no caigan en manos de sus enemigos antes de suicidarse. Obra llena de color y luz, de dinamismo, confusión exotismo, belleza y lujo, es el manifiesto del Romanticismo. En 1832 su famosa La Libertad guiando al pueblo sobre la revolución de 1830 es la primera composición política de la pintura moderna. Tras su viaje al norte de África en 1832 introdujo el gusto por los temas orientales de gran riqueza y luminosidad de colorido: Mujeres de Argel, cacerías de leones, combates de animales, etc. Destacan también las decoraciones murales de edificios oficiales y sus retratos.















• EL ROMANTICISMO EN ALEMANIA:

Caspar F. Friedrich es el más notable pintor alemán. Introvertido, melancólico y depresivo, pinta bosques y llanuras de Alemania del norte con un espíritu radicalmente romántico: cementerios, ruinas góticas, paisajes lunares, etc. En sus cuadros, realizados con una técnica minuciosa a partir de apuntes sacados del natural, suelen aparecer uno o dos personajes, generalmente de espaldas, en una naturaleza grandiosa donde reina la soledad y el vacío, frente a la que el hombre se siente empequeñecido .Son ejemplos perfectos de lo sublime La cruz en la montaña, Monje frente al mar y Viajero frente al mar de niebla.









































• EL ROMANTICISMO EN ESPAÑA

La atracción de los románticos por las civilizaciones remotas como la musulmana puso de moda a España. Muchos extranjeros la visitaron porque resultaba “exótica” y pintoresca. Buscando sus bellezas, bandoleros, fiestas y costumbres, sus escritos y dibujos transmitieron una visión mítica y romántica de nuestro país. Y con ellos llegó el gusto romántico.

Los pintores románticos españoles cultivaron fundamentalmente el paisaje. Genaro Pérez Villaamil (1807- 1854) pintó fantásticos cuadros de ruinas y castillos con luces dramáticas. En las escenas costumbristas se observan dos tendencias: una más popular y critica, en la línea de Goya, representada por Leonardo Alenza y por Eugenio Lucas con técnica a manchas, casi impresionista y rico colorido y otra más etnográfica representada por Valeriano D. Bécquer, que destacó también como retratista, al igual que Federico de Madrazo.





















2.2. ANÁLISIS DE LA OBRA “LA LIBERTAD GUIANDO AL PUEBLO”, DE EUGÉNE DELACROIX:



La Libertad guiando al pueblo es una obra pintada por Eugéne Delacroix en 1830 y que se encuadra dentro del Romanticismo, estilo pictórico que se extiende durante la primera mitad del siglo XIX en Europa, en el que se antepone la imaginación y el sentimiento a todo lo demás.

Delacroix representa en esta obra una escena de los levantamientos del pueblo de París del 28 de julio de 1830, ante las medidas tomadas por el rey Carlos X de Francia, quien había suprimido el parlamento por decreto y tenía intención de abolir la libertad de prensa. Los disturbios iniciales se convirtieron en un levantamiento que desembocó en una revolución seguida por ciudadanos de todas las clases sociales. Estas revoluciones burguesas provocaron la subida al trono de Luis Felipe de Orleans, el “Rey burgués”. En 1830 se produjo un nuevo ciclo revolucionario en Europa cuyo significado es el triunfo del Liberalismo. Desde el estallido de la Revolución Francesa, la burguesía, formada por ricos industriales y comerciantes y en la que también se encontraban los intelectuales, no cesaba de agitarse, buscando su acceso al poder. El propósito de estas agitaciones no era otra que acercar el gobierno a la sociedad.



Delacroix elige para su obra el día álgido de los enfrentamientos para exaltar el proceso revolucionario. Es su manera de contribuir a la Revolución, y es que nos encontramos ante la primera composición política de la época moderna, que nos señala el momento en que el Romanticismo deja de mirar hacia la Antigüedad y comienza a querer participar en la vida moderna. Este deseo de compromiso político se hace patente al convivir en la representación personajes reales, como el mismo artista, que se autorretrata en ella.

Nos encontramos ante una pintura de historia pero que a su vez puede ser considerada como un reportaje que cuenta al espectador que la contempla, los acontecimientos ocurridos en julio de 1830.

Así pues, esta obra, posee una enigmática combinación entre realidad y alegoría. Una clara muestra de esta afirmación la tenemos en la figura principal de la obra. En el centro de esta composición piramidal podemos apreciar la figura de una mujer, con el pecho al descubierto. Nos encontramos ante una clara alegoría de la Libertad. El hecho de situarla en el centro de la composición no es algo casual, ya que con ello, Delacroix nos muestra el triunfo de esta sobre las medidas conservadoras impuestas por el gobierno francés. Pero vemos como este personaje porta en una de sus manos la bandera tricolor francesa, con lo cual podría ser también una representación de la Nación. (Hemos de recordar que la lucha por la libertad y por la nación es una constante de los románticos).

Flanqueando a la Libertad, podemos ver a un joven con dos pistolas y a un burgués con sombrero de copa y rifle en mano, tras este, un proletario esgrimiendo un sable. Esta diferencia entre los personajes que la rodean es utilizada por el artista para mostrarnos que en la revolución participaron miembros de las diferentes clases sociales.

La Libertad avanza hacia el espectador y vuelve la cabeza para animar a sus seguidores. A los pies de esta, un moribundo la mira fijamente para señalar que ha valido la pena luchar (esta figura podría perfectamente recordarnos a una figura de la Balsa de La Medusa). La parte baja de la composición está cargada de cadáveres que han caído luchando por la causa revolucionara, es por eso, por lo que Delacroix concentra en ellos la luz, para matizar por medio de ésta la importancia de los caídos en la lucha. Lo mismo ocurre con la alegoría de la Libertad, el pintor centra su luz en ella, justificando, gracias al contraste lumínico, la importancia de la Libertad. Si seguimos fijándonos en los cadáveres de la parte baja, al igual que ocurría con las figuras que flanquean a la Libertad, vemos que estos, pertenecen a diferentes clases sociales; vemos a un militar abatido al igual que a un proletario muerto, sin pantalones, a los pies de la Libertad. Esto, al igual que las figuras que enmarcan a la alegoría de la Libertad, nos hace ver, que la revolución no fue solo cosa de unos pocos sino que en el proceso revolucionario exigió amplia participación.

En la esquina superior derecha, podemos ver la catedral parisina de Notre Dame, con cuya representación, el artista nos sitúa la obra en un lugar determinado, en París, para dejar más claro aún dónde tienen lugar los hechos revolucionarios que refleja en su obra.

La composición del cuadro es claramente piramidal, presentando muchas coincidencias con La Balsa de Medusa de Géricault, obra en la que posiblemente se inspira. Argan ha señalado que al igual que en la balsa, «el plano de apoyo es inestable, construido con vigas inestables (la barricada), y de esta inestabilidad nace y se desarrolla el movimiento de la composición» que acaba culminando en una persona que agita algo, en el caso de la balsa un harapo y en este una bandera. El cuadro rebosa movimiento, tanto en las diagonales de la composición como en la propia actitud de los personajes en batalla. El cuadro es puro dinamismo para representar la escena de la muchedumbre enfurecida en armas. Los escorzos, el movimiento y la disposición asimétrica de los personajes recuerdan a las obras del barroco.

Las líneas y las pinceladas de color se ondulan, aumentando la tensión del momento y contribuyendo a dar un mayor dramatismo. Vemos como todas las formas están recorridas por un movimiento ondulante, siendo difícil encontrar una línea recta, y más aún, una figura estática o serena.

En el cuadro destaca la extraordinaria brillantez del color y el claroscuro. Aunque en general usa colores pálidos y ocres, en algunos momentos utiliza colores vivos para reflejar el dinamismo y la emoción en la escena: rojos, azules.

En esta obra, la luz es un elemento primordial. Se trata de una luz irreal que estalla con fuerza en la camisa del hombre caído en primer plano, para envolver la figura de la alegoría, y disolverse por medio de la polvareda con el humo y las nubes, de forma que impide contemplar con claridad el grupo de figuras del fondo.

La pincelada, que recoge las lecciones de Goya, es suelta. Las fachadas y tejados de las casas se reducen a una serie de pequeños toques, así como las pequeñas imágenes de soldados en el centro del extremo derecho, que no son más que un conjunto de manchas negras que nos recuerdan la pintura goyesca. Esto nos hace ver también, la admiración de Delacroix hacia artistas como Goya puesto que en esta pintura podemos recoger muchas enseñanzas de Goya, así como de Cross.



Es decir, que vemos en la obra claramente reflejadas las características de la pintura Romántica que, como hemos dicho, en detrimento de la Neoclásica, recupera la potencia sugestiva del color, se libera de las formas, de los límites definidos y se aleja del arte escultórico. En la obra que estamos analizando, vemos como su autor realiza una exaltación del color, y en vez de usar un color uniforme y plano, como se había hecho en la pintura Neoclásica, utiliza la vibración de diversos tonos combinados con pinceladas sueltas. Vemos reflejado el gusto por las composiciones movidas, los fuertes contrastes lumínicos para aportar mayor dramatismo a las composiciones, la pincelada libre…